miércoles, 14 de mayo de 2008

-Manifiesto S.C.U.M.-Valerie Solanas. Traducción por Maru Delgado y María Miranda.


Serie: Imperdible (reflexión)
Fecha de publicación: Diciembre 2006.
Páginas: 63
Dimensiones: 20 x 14.5 cm.

Fragmento

PATERNIDAD Y ENFERMEDAD MENTAL (miedo, cobardía, timidez, humildad, inseguridad, pasividad):

La madre quiere lo que es mejor para los hijos; Papi sólo quiere lo que es mejor para Papi, eso es paz y tranquilidad, satisfacer sus ilusiones de dignidad (‘respeto’), un buen reflejo de sí mismo (status) y la oportunidad de controlar y manipular, o, si es un padre ‘iluminado’, de ‘dar orientación’. Además da la mano de su hija, a la que quiere sexualmente en matrimonio –pues las otras partes son para él. El Papi, a diferencia de la Madre, nunca puede entregarse a sus hijos como debe, porque busca a toda costa, preservar la ilusión del hombre decidido, de una fortaleza inquebrantable, de razón y fuerza permanentes. El no interferir nunca en el camino de uno lo conduce a la falta de confianza en su habilidad de poder con el mundo y a una aceptación pasiva del estatus quo. La madre ama a sus hijos, aunque algunas veces se enoje, pero el enojo desaparece rápidamente y aún cuando existe, no excluye el amor y la aceptación básica. El Papi emocionalmente enfermo no ama a sus hijos; él simplemente los aprueba –si son ‘buenos’, eso es, si son amables, ‘respetuosos’, obedientes, subordinados a su voluntad, callados y no dados a muestras de temperamento indignos que serían demasiado alterantes para el sistema nervioso masculino fácilmente perturbable de Papi– en otras palabras, son vegetales pasivos. Si no son ‘buenos’, él no se enoja –no si él es un padre moderno y ‘civilizado’ (el anticuado, loco total es preferible, pues es tan ridículo que puede ser fácilmente ignorado)– pero expresa más desaprobación, un estado que, a diferencia del enojo, perdura y descarta una aceptación básica, dejando al niño con el sentimiento de insignificancia y de una obsesión permanente por ser aceptado, siendo el resultado el miedo al pensamiento independiente, que nos lleva a la inconvencional, desaprobación de opiniones y de modos de vida.
Para que el niño gane la aprobación de Papi debe respetarlo y ya que Papi es basura, la única manera de asegurar su respeto es sólo permaneciendo alejado a través del distanciamiento, y actuando bajo el precepto de que ‘la familiaridad genera desprecio’, que es, por supuesto, la verdad si uno es despreciable. Siendo reservado y distante, él puede permanecer desconocido, misterioso, y por lo tanto inspirar miedo (‘respeto’).

La desaprobación de ‘escenas’ emocionales nos lleva a temer las emociones fuertes, a temer nuestra propia ira y odio. El miedo a la ira y al odio cambian con la falta de confianza en nuestra habilidad de lidiar con el mundo y cambiarlo, o siquiera de afectar de la manera más leve nuestro propio destino, lo cual nos conduce a la creencia irracional de que el mundo y la mayoría de personas en él son buenas y que los entretenimientos más banales y triviales son demasiado divertidos y profundamente placenteros.
El efecto de la paternidad específicamente en los machos, es hacerlos ‘Hombres’, eso es, altamente defensivos a todo impulso de pasividad, de mariconada, y a todo deseo de ser mujer. Cada chico quiere imitar a su madre, ser ella, fusionarse con ella, pero Papi se los prohíbe; él es la madre; él logra fusionarse con ella. Así que le enseña al chico, a veces directamente, otras no, a no ser maricón, a actuar como un ‘Hombre’.

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